1.17.2013

Strawberry Milkshake

Porque últimamente cada vez que me despierto de soñar que me haces cosquillas en las pupilas tengo un mensaje tuyo tan largo e interesante como las películas de Tarantino. Voy a ser la mezcla mas mezcla de las cosas que más me gustan y que a vos empiezan a llamarte la atención y no podría llenarme más de emoción. Sigo tan sorprendida como vos de que esto ya lleva meses y en seis más estamos rodeados de nieve y lagos y montañas tan viejas como el mundo mismo, pero ¿Qué es el mundo? ¿Qué somos nosotros? nada. Somos unos puntos tan diminutos como solo nosotros sabemos ser, pero somos un punto infinito, que por años y años, y vida tras vida, no hace más que buscar eso que le falta. Haberte encontrado se siente tan bien que el viento me despeina y ni siquiera me importa realmente; porque tenés todo lo que me falta y lo que me sobra también. Pensar que por mucho tiempo quise saber lo que era la felicidad y ahora que la tengo me cuesta aceptarla y reconocerla. Tenés razón, la felicidad es el camino, no la meta; la meta no existe, en realidad sí, pero en eso cada cual con lo suyo. Lo único que nos queda es esperar, con mariposas revoloteándonos en la boca del estomago, a vernos de nuevo y comprobar que esto es real y que no tiene final. Y mientras esperamos, recreamos cada momento una y otra vez en nuestras cabezas, como si pusiéramos nuestra canción favorita en repeat y la usáramos de banda sonora para el día a día. Y te amo tanto como tus ojos aman mi cara, llegado al extremo de que hasta tu mierda me resulta hermosa. Y te extraño tanto como un obeso extraña la comida cuando lo ponen a dieta. Y no estas acá, pero te siento en cada átomo de mi ser diminutamente infinito. Sos una heladera y yo soy un imán, me llamas con tu energía y me acaricias con tu voz antes de dormir acurruca entre tus brazos invisibles.