El bosque en la montaña
que decora mi ventana
guarda los secretos
que no sabes nombrar.
Mis ojos susurran tu nombre
desde mucho antes
de conocer tus pies.
Algo sobre tus manos
me revuelve cada vertebra –te soñé sin conocerte.
Tu lunar habita en mi consciencia
desde y para siempre,
y cada ser que me crucé
fue para encontrarte;
recibirte con mis labios
y arremolinarme entre tus brazos.
La claridad surgirá
como un viento suave y frío
que se amoldará
a tu cintura, y así
propulsará tu andar –solo tenés que confiar.
Confiar en que si estás acá,
algo habrá que incorporar.
Confiar en que la magia existe
y me arrastró sin más
hasta tus dedos
y tus ganas
y tu mente desgreñada
para sacarte a besos las lagañas,
y ayudarte a la creencia anclar
de que el nuevo día
promete libertad.